Siempre que hablo de rosquillas se me viene a la memoria mi tía abuela, con su mandil sujeto con dos alfileres friendo los también llamados en algunas zonas “rosquillos”, como se dice en la mancha. El olor a aceite y la santa paciencia que tenía con todos los pequeños que querían comerlas ya.
Cada vez estos recuerdos se van perdiendo más esta costumbre y es una verdadera pena. Así por y para todas esas señoras que metían en la cocina y no salían hasta que tenían rosquillas para toda su familia y vecinas va la receta de hoy.
Ingredientes:
10 cucharadas de aceite de oliva
La cascara de 1 limón
2 huevos
10 cucharadas de azúcar
10 cucharadas de zumo de naranja
La ralladura de 1 limón
1 cucharadita de bicarbonato
1 cucharadita de canela molida
250 gr de harina
Aceite de oliva para freír
Azúcar para espolvorear encima
Preparación:
El primer paso será pelar el limón mientras ponemos una sartén con el aceite a calentar. Una vez lo tengamos listo, metemos la cascara del limón para quitarle toda la acidez. Lo dejamos enfriar y lo reservamos para más adelante. Apagamos el fuego, luego utilizaremos ese aceite.
En un bol echamos los dos huevos y los batimos, añadiendo después el azúcar, las cucharadas de aceite reservadas, el zumo de naranja, el bicarbonato, la canela y la ralladura de la cascara del limón que hemos frito anterior mente.
Batimos la mezcla añadiendo poco a poco la harina sin dejar de remover. Cuando terminemos dejamos reposar la masa resultante tapando el bol con una tapa durante al menos 1 hora. Esto conseguirá que la masa este más receptiva para ser trabajada.
Empezamos a preparar la superficie de trabajo, esto lo haremos espolvoreando algo de harina sobre la mesa. Cogemos pellizcos de la harina y hacemos bolitas de un tamaño regular. Con la palma de la mano las alargamos y convertimos en tiras. Unimos sus extremos y ya tendremos la forma de la rosquilla que buscábamos.
Utilizaremos para freírla la misma sartén que ya habíamos utilizado con la cascara del limón. Intentaremos que tenga el aceite necesario para que queden cubiertas y se bañen bien para que se frían. Cuando se doren las sacaremos colocándolas en un plato con papel de cocina o servilletas de papel para absorber el máximo posible de aceite. Espolvoreamos azúcar por encima aun calientes, para que empapen.
Dejamos enfriar y servimos.