El postre que hoy traemos tiene su origen en Francia. Es una tarta que tiene como característica la utilización de soletillas, bizcochos o genovesas, lo que retiene su crema que funciona de relleno y darle la forma de tarta.
Ingredientes:
22 bizcochos alargados
1 bote de nata
150 gr de azúcar
2 cucharaditas de harina de maíz
1 huevo
1 limón
Preparación:
Lo primero que tenemos que tener es un molde de charlota. Posteriormente forraremos tanto fondo como paredes de forma estrategia los bizcochos, hasta recrear el monde.
Empezamos a trabajar con el huevo, la forma será añadiéndole azúcar y comenzamos a mezclar batiendo con unas varillas metálicas hasta conseguir una mezcla cremosa. Exprimimos el limón y vertemos su zumo. Rayamos la corteza y la añadimos.
Cogemos un bol resistente al calor y disolvemos en el la harina de maíz en un vaso y medio de agua y la preparación anterior y removemos. Metemos en un cazo el bol y cocemos la mezcla al baño maría hasta que espese la mezcla. La retiramos del fuego y esperamos a que se enfríe. Siendo en ese momento cuando se le añada la nata y se mezclen entre ellas.
Nos llevamos esta nueva mezcla al monde que hemos creado con los bizcochos. La forma de hacer esta estructura es alternando las capas de esta crema, con otras nuevas de bizcocho, Terminando con esta dándole la forma de cúpula característica de este postre.
Dejamos la charlota en el frigorífico durante unas 4 a 6 horas, para que se endurezca y quede la forma. Una vez pase este tiempo, podremos quitar el postre del molde. Adornamos la cúpula con nata, guindas u otros frutos a nuestra elección.
Consejo:
Para conseguir que los bizcochos no se nos queden duros a la hora de meterlo en el frigorífico te recomendamos previamente en almíbar clarito con un chorreón de zumo de limón. Teniendo en cuenta que es mejor no empapar mucho los que vamos a utilizar como base de nuestro dulce.
El número de soletillas dependerán siempre del molde que utilicemos, así que nos ira pidiendo conforme lo vayamos creando.
Conservación:
Este postre es de los que llamamos “de una sentada”, es decir, que se hacen para comerlos de una vez se sirvan. Esto más que un tema de que se ponga malo es más bien porque, aunque tiene una presentación preciosa, es muy fácil que se desmonte al cortarlo.